En la tenida pasada al entrar a
mi madre logia, tropecé con este grotesco y feo pedrusco que llamamos Piedra
Bruta y que adorna mí columna. Con burla di la vuelta y le dije: " Perdón
piedra bruta" con asombro escuché que me contestó: " no hay de qué
Masón bruto ". Picado, me regresé y le dije: ¡ Ah! ¿ Conque hablas
también? . " Si, me dijo, hablo y lo más importante, pienso lo que digo
", pena me da ver que hermanos como tú, me tienen en tan poca estima pasan
y pasan sin siquiera darme una mirada compasiva o tan solo un gesto amable.
Esto me irrita porque me doy cuenta cuan pocos comprenden la grandeza que
encierro dentro de mi significación.
Después las hacia resbalar por
mí pendiente transformada en cascada clara y cristalina, donde el Sol adornaba
su luz Arco iris. A mi altura solo los Cóndores llegaban y era agradable ver a
mis plantas como; Arrodilladas ante mi grandeza, la inmensa esmeralda del valle
bordada de lentejuelas de mil colores. Los ríos, los animales, las flores no
hacían más que poner un marco elegante a mi belleza.
Mí orgullo llegó a tal extremo
a cegarme que me creí invencible, inaccesible, eterna. Pero cuán equivocada
estaba, un día el universo como queriendo demostrar mi error, desató sobre mí
sus furias y mandó sobre el rayo que con su luz cegó mis ojos y al terrible
impacto volé en mil pedazos.
Me precipité en abismo y a
medida que rodaba más pequeña me hacia, y rodando y rodando fui descendiendo
hasta quedar al fondo del barranco.
Lloré de rabia al verme en la
infinita impotencia, cuando los elementos deformaron más y más en mí, otra época
de orgullosa elegancia. Así permanecí no sé cuánto tiempo hasta que al igual
que otras piedras compañeras mías de infortunio nos transportaron.
Y volvió a renacer en mí la
esperanza, pensé que quizás me pondrían en el lugar que por mí alcurnia me pertenecía.
" Seré ahora un monumento " - Pensaba - Con mi concurso simbolizaré
la justicia y en las manos de un artífice con mí cuerpo formaré el corazón duro
e inflexible de la razón; o quizás la venda que representa la imparcialidad de
todos sus juicios.
Tal vez formaré parte del
monumento a la Patria y eternizaré con mi presencia las glorias de un pueblo.
Me gustaría ser la corona de Laureles que ciña la sien del patriota o quizás,
porqué no, seré parte integrante del monumento a la madre para que las generaciones
venideras vean, que con mi cooperación, se inmortalice el amor más puro y más
grande que existe . . . Con que cariño acogería la idea de ser el brazo de la
madre que envuelve al niño en eterna caricia . . . O los ojos que con dulzura
al tierno retoño mira, o las lágrimas que las madres a raudales vierten ante
las ingratitudes de los malos hijos . . . Eso habría querido ser, después de
ser grande, seguir siéndolo ya que no en tamaño si en espíritu, en esencia.
Cuántas y cuántas ilusiones me
hice, cuántos deseos de altura y grandeza, en cambio aquí me tienes, tan dura y
fea como en el barranco, tan grotesca que causo pena y si no me escupen es
porque ni de eso tengo forma. ¿ No habrá algún artífice que me transforme y me
dé vida? . . . Sólo he servido para representarte, para que veas en mí tus
imperfecciones, tus vicios, y tu ignorancia, soy ahora ejemplo del mal. Y sin
embargo, a veces me avergüenzo que me comparen con alguno de ustedes.
Poco tienes de verme, yo en
cambio he visto tantos y tantos que por aquí entran, que hasta he perdido la
cuenta . . . Y me pregunto: ¿ Dónde están ahora tantos Masones que aquí
vinieron a jurar fraternidad, lealtad, amor, a esta augusta institución? . . .
¿ A dónde están tantos masones que aquí se iniciaron? No lo sé ni me lo explico
. . . sólo sé que salieron para nunca volver y que andarán por ahí diciendo:
" Soy Maestro Masón ". Y esto me da pena y lástima, no por la
Masonería, sino por ellos que no fueron capaces de ver más allá de sus narices;
Porque ilusos creyeron que la masonería es feria de vanidades, cuando que mejor
debieron haber luchado por encontrar la inmensa belleza que encierra esta luz y
esta verdad . . .
A ustedes los aprendices, los
he estado observando; y no creo que tu seas diferente que aquellos y por eso
deseo aconsejarte.
Te he visto cuando lees tus
buriles, tembloroso, tanto que casi se te doblan las rodillas del miedo. Y te
pregunto, ¿ Miedo a qué o a quién? ¿ Tienes acaso, miedo de ti mismo? , Pero en
cambio cuando escuchas el aplauso de tus hermanos, te vienes a tu puesto ancho
y gordo. Te inflas como pavorreal y si pudieras verte como te veo, no eres más
que un pobre monicongo. De reojo te miro en tu puesto y casi revientas de
satisfacción ante las alabanzas. Y eso es muy malo, no debe subírsete a la
cabeza lo que tu supones un éxito, porque puedes caer en el error de sentirte
superior, cuando no eres más que un insignificante aprendiz.
Y lo seguirás siendo siempre.
Serénate y analiza y sé prudente en tus actos y humilde en tus afirmaciones, se
sincero contigo mismo, para que puedas serlo con los demás y sobre todas las
cosas conócete a ti mismo. Practica tus teorías, sé bueno, caritativo, honrado,
estudioso, ayuda a tu logia a tus hermanos, no seas masón de pico, es decir,
teórico.
La virtud, el honor, la
lealtad, no se adquieren macheteando liturgias. Ahora te felicitan porque te
dan alientos para seguir adelante, y tus primicias justo es que las festejen,
no porque valgan la pena, sino más bien para darte ánimo para seguir luchando,
y al estudiar, mejorando.
Tu debes saber que cada día
mejoras y que a medida que pase el tiempo estás obligado a superarte. ¿ Te has
fijado en la inmensa dicha que le causa a una madre cuando su niño de tierna
edad, dice sus primeras palabras? ¿ No te has puesto a observar cómo festeja y
anima a la madre cuando por primera vez el hijo de sus entrañas dice BU . . .
BU. ? Con qué caricias, con qué mimos se le trata cuando se da cuenta que
empieza a germinar el fruto de sus más caros anhelos. Pero ahora imagínate el efecto
que le causaría a tu madre que a tu edad lo único que sabes decir es BU, BU.
Espero que me entiendas lo que
digo, que comprendas, no te envanezcas, acepta los aplausos como un aliciente
en bien de tu propia superación, y no te enquistes, escucha bien lo que te
digo, no te detengas nunca, cuando te hayas trazado una senda a seguir.
La Masonería es grande, muy
grande, a donde sólo llegan pocos y a donde la maledicencia y la mediocridad se
pierden en el torbellino obscuro de la nada.
Para terminar, quiero pedirte
un favor. No me digas Piedra Bruta, soy Piedra en Bruto, que es distinto.
Me disponía a contestar cuando
a golpe de mallete oí a mi Venerable Maestro que dijo: "SILENCIO HERMANOS
MÍOS ESTAMOS EN LOGIA" . . .
Me quedé callado, pero
pensando en la infinita verdad que representa esta humilde y fea Piedra en
Bruto.
PLANCHA UNIVERSAL
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